




... ¿Cuántas prisiones dejo atrás? ¿Cuánto tiempo ha hecho falta para estar preparado para superar cada una de ellas? ¿Cuántas me quedan por delante?
Si sucede es porque la vida dice que ya estoy preparado, al igual que cuando algo deseado no sucede, es porque aun no lo estoy, ya que la vida me da seguro lo que necesito, y algunas veces es también lo que quiero.
En el mundo “hiperrendibilizado”, el tiempo tiene que cundir el doble como mínimo. Uno no tiene tiempo de vivir cada segundo de su vida porque la mitad del cerebro está previniendo el futuro, borracho de angustias, buscando cosas en las que cogerse para así tener una vida estable en este Universo cambiante que nos acoge en su regazo, nosotros mismos...
si miro en mi interior veo que yo soy todo lo que me rodea, yo soy lo que veo, yo me creo a mí mismo y a mi universo, por eso puedo llegar a cuanto me proponga, tanto si eso quiere decir conseguirlo o no, porque yo soy quien lo decide y por eso soy dueño de mis decisiones y sus consecuencias, de nadie más.
... cómo sólo viven la mitad de cada instante no sacian sus necesidades más instintivas cómo aprender y se sienten vacíos. Viviendo más relajadamente uno puede saborear el momento y absorber la esencia de la vida, fuente de conocimiento.
Las cigarras cantan acorde con los silbatos que resoplan del barco que inminente va a zarpar. Sigo anestesiado por la divinidad creadora de todas las cosas, flotando en el frescor azul turquesa y el rico balanceo que la brisa me propina.
Un duende y su guía aparecen en este bosque de granos de arena, embrujo chamánico escupían sus pulmones. Magnetismo insular. ¿Cuánto más por delante? Acabo de aterrizar y si sigue este ritmo no podré regresar con tantos regalos, ¡que viajo en low-cost!
Si yo puedo ser quien quiera y desee, la diferencia que me separa de un virtuoso es el “don” que la vida le da, la iluminación que le regala al estar preparado para recibirla sin la ayuda del deseo.
Si sucede es porque la vida dice que ya estoy preparado, al igual que cuando algo deseado no sucede, es porque aun no lo estoy, ya que la vida me da seguro lo que necesito, y algunas veces es también lo que quiero.
En el mundo “hiperrendibilizado”, el tiempo tiene que cundir el doble como mínimo. Uno no tiene tiempo de vivir cada segundo de su vida porque la mitad del cerebro está previniendo el futuro, borracho de angustias, buscando cosas en las que cogerse para así tener una vida estable en este Universo cambiante que nos acoge en su regazo, nosotros mismos...
si miro en mi interior veo que yo soy todo lo que me rodea, yo soy lo que veo, yo me creo a mí mismo y a mi universo, por eso puedo llegar a cuanto me proponga, tanto si eso quiere decir conseguirlo o no, porque yo soy quien lo decide y por eso soy dueño de mis decisiones y sus consecuencias, de nadie más.
... cómo sólo viven la mitad de cada instante no sacian sus necesidades más instintivas cómo aprender y se sienten vacíos. Viviendo más relajadamente uno puede saborear el momento y absorber la esencia de la vida, fuente de conocimiento.
Las cigarras cantan acorde con los silbatos que resoplan del barco que inminente va a zarpar. Sigo anestesiado por la divinidad creadora de todas las cosas, flotando en el frescor azul turquesa y el rico balanceo que la brisa me propina.
Un duende y su guía aparecen en este bosque de granos de arena, embrujo chamánico escupían sus pulmones. Magnetismo insular. ¿Cuánto más por delante? Acabo de aterrizar y si sigue este ritmo no podré regresar con tantos regalos, ¡que viajo en low-cost!
Si yo puedo ser quien quiera y desee, la diferencia que me separa de un virtuoso es el “don” que la vida le da, la iluminación que le regala al estar preparado para recibirla sin la ayuda del deseo.
Foto1: El minino.
Foto2: Paella con los coleguitas de Ibiza.
Foto3: Sa Comte (Ibiza).
Foto4: Puesta de sol, como no.
Foto5: Con el Josu y Sílvia (Ibiza), julio 2008.