




... persiguiendo en el tiempo a Robin Hood, saltando de árbol a árbol por los bosques de Sherwood. Las aventuras se suceden, las sensaciones afloran sin nunca olvidar el viejo consejo que nos hizo inmunes a cualquier desgracia: "Yellow line loves tree." Cuando ya casi lo alcanzaba caí en una madriguera y allí estaba Baloo y su encantadora familia. Desayuno inglés para todos, conversaciones a medias y cerveza tibia de medio litro. Robin Hood sigue paseando por sus bosques, nunca no lo vi en persona, pero sus flechas alcanzaron mi fugaz visita.
En un trepidante y psicodélico vuelo, aterrizo en mi flamante tatami de sudoroso esfuerzo, días de ajetreo intenso, cansancio narcótico para dormir a pesar de los diminutos pero tormentosos ataques de los mosquitos kamikaze que habitan en estos lares.
Sabanas blancas, compañero de habitación, camisón azul, estómago vacío, olor de enfermo, mezcla de angustia y sufrimiento. Me desposeen de todo, dejan trozos de mi en la sala de espera, no puedo llevar más que nariz, brazo y boca, todo lo demás es susceptible a la perdición por minúsculas agenas formas de vida capaces de derribar al gigante dormido.
Alicia, ya estoy aquí. Jefferson Airplane playing inside me, in my own psychedelic circus.
Foto1: Bosques de Sherwood, pisandole los talones a Robin Hood.
Foto2: Luca Baloo, el master.
Foto3: Baloo , su mama Eli y su papa Rodri.
Foto4: Cena a la inglesa.
Foto5: Nariz nueva
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