

... llego a la antípoda “peninsular” de la tierra añorada, Cabo San Vicente. Antes pinté con Fado una noche de nostalgia, a la luz de las velas, en la Esquina de Alfama, en Lisboa. Comimos bacalao, el que correspondía al día en que estábamos, y bebimos un blanco, portugués. Y de camino, al cierre de la noche, encontramos el alma portuguesa. Le cambiamos una rosa por fado susurrado al oído, en la parada del autobús. Guitarras de 12 cuerdas, una vieja bailando con una copa de vino en la cabeza, una familia que cocina y canta, y una Torre de Belem que nos despide, cuál una carabela expedicionaria.
El tiempo nos corre al revés, volvemos al verano, pero sin masas ni crema solar, llegamos al Algarve. El océano sigue de vacaciones y no empuja. Buscando y rebuscando, ni en Sâo Torpes ni en Porto Corvo, llegamos a Malhâo siguiendo “todu derechu”. Pasamos una noche y una mañana, de desengaño y frustración por no querer lo que era, desordenado. De aquí a Ocedeixe, por el camino recogí la desmotivación y la apatía, me quedé con las cenizas de un baño esperanzador. Al día siguiente seguimos intentándolo, pero mi cansancio se hace patente, de nuevo, otra catedral derruida, Arrifana me da una patada en el culo y llego a Carrapateira con un billete para la evasión.
Me deslumbra una luz; intermitente; potente; guía, el Faro de San Vicente. Esquinazo en Beliche y acabamos en Tonel, donde si me da para un baño reconciliador. Noche en Sagres. Por la mañana, un pinchazo del vecino nos lleva a la custodiada playa de Ponta Ruiva de la mano de Ernesto y Ana, por suerte la entrada era libre. Líneas glaseadas con un potente off-shore que me pierde la vista. Giros en vertical, giros al Mediterráneo.
13/10/07
El tiempo nos corre al revés, volvemos al verano, pero sin masas ni crema solar, llegamos al Algarve. El océano sigue de vacaciones y no empuja. Buscando y rebuscando, ni en Sâo Torpes ni en Porto Corvo, llegamos a Malhâo siguiendo “todu derechu”. Pasamos una noche y una mañana, de desengaño y frustración por no querer lo que era, desordenado. De aquí a Ocedeixe, por el camino recogí la desmotivación y la apatía, me quedé con las cenizas de un baño esperanzador. Al día siguiente seguimos intentándolo, pero mi cansancio se hace patente, de nuevo, otra catedral derruida, Arrifana me da una patada en el culo y llego a Carrapateira con un billete para la evasión.
Me deslumbra una luz; intermitente; potente; guía, el Faro de San Vicente. Esquinazo en Beliche y acabamos en Tonel, donde si me da para un baño reconciliador. Noche en Sagres. Por la mañana, un pinchazo del vecino nos lleva a la custodiada playa de Ponta Ruiva de la mano de Ernesto y Ana, por suerte la entrada era libre. Líneas glaseadas con un potente off-shore que me pierde la vista. Giros en vertical, giros al Mediterráneo.
13/10/07
Foto1, 2 y 3: Noche de fado en Alfama, Lisboa
Foto4: Torre de Belem, Lisboa.
Foto5: Praia de Malhâo, ante lo inexplicable, casi.
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